De hecho, mucho se ha destacado de cómo el presidente había logrado navegar su candidatura y los seis meses que lleva de presidencia sin estancarse en el espinoso asunto de las divisiones raciales.
Apenas la semana pasada Obama había pedido a la comunidad negra estadounidense superar las taras históricas de culpar al racismo de todos sus males, durante la celebración del centenario de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color.
El 16 de julio Gates fue detenido en su casa por "conducta desordenada", luego de que un oficial blanco de la policía de Cambridge recibiera una llamada de alerta de un vecino que vio al académico forzando la puerta de su casa. El vecino lo confundió con un ladrón.
La versión policial asegura que, desde el interior de su residencia, Gates reaccionó con ira cuando se presentó el oficial James Crowley, quien terminó arrestándolo por conducta desordenada.
Gates afirma que, pese a que demostró su identidad y a que estaba en su casa, el policía insistió en considerarlo sospechoso "sólo porque era negro".
Al final, tras la queja del profesor y el respaldo de la comunidad universitaria, el Departamento de Policía anuló el arresto, que calificó de "incidente desafortunado".
Una respuesta desafortunada
Para el miércoles, la polémica iba desapareciendo del radar de los medios cuando Obama hizo su comentario, justo en la última pregunta de una rueda de prensa dedicada originalmente al proyecto de reforma del sector salud.
Pude haber calibrado mis palabras de una manera diferente
Barack Obama, presidente de EE.UU.
Una periodista quiso saber qué pensaba del caso Gates el primer presidente negro de la historia estadounidense.
Obama empezó reconociendo que "no había estado allí", que "no conocía todos los hechos", pero hubo un comentario pero que metió al presidente de lleno en la polémica.
"Es justo decir, número uno, que cualquiera de nosotros habría estado muy molesto" (por el hecho de estar siendo arrestado en su propia casa), dijo el presidente y agregó aquello de que "la policía actuó estúpidamente".
A partir de allí el caso, que pudo haber sido local -y hasta personal entre el oficial y el académico- se hizo nacional y político.
En su movida de control de daños, típica del mundo político, Obama aceptó este viernes que su "selección de palabras no iluminó, sino que contribuyó al furor mediático"
"Creo que, desafortunadamente, dio la impresión que yo estaba difamando al Departamento de Policía de Cambridge o especialmente al Sargento Crowley", dijo Obama, quien minutos antes había conversado telefónicamente con el oficial.
Pocas horas antes, el Sindicato de Policias de Cambridge ofreció una rueda de prensa en la que un grupo multirracial de oficiales ofreció su apoyo a Crowley y exigió una disculpa presidencial.
¿Y el mundo post-racial?
Los policías de EE.UU. están acostumbrados a ser acusados de racistas pero, en este caso, que el primer mandatario se haya metido para cuestionar un procedimiento vecinal les ha resultado "doloroso" a los agentes.
Los comentarios sorprendieron porque Obama no suele referirse al complejo tema racial, pese a que su elección ha sido vista como una reivindicación de la comunidad negra estadounidense.
“El cerco que aísla la conciencia es la distracción mas indolente que diseña nuestra mente” (Abel Desestress)
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